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Crónica del quía telúrico

Confieso que reincidí. Paula me dice; «fuiste a Queimada? Vení a casa, hacemos una previa y después vamos a Cortez, boliche IN a dos cuadras de mi casa.

¿Pensé “dos cuadras? Donde me quiero borrar camino dos cuadras y estoy en el catre».

Llego a la casa, había un grupo de unas 15 personas, tomando, pseudobailando e histeriqueándose un poco o histeriqueando por wathsapp, todos esperando a las cuatro para ir al antro, antes no, prohibido. Como odio los histeriqueos de cualquier tipo yo bailaba y bailaba y bailaba. Me recibieron bien, y conversé con varias personas mientras esperaba la hora señalada, entre los cuales, el amigo de mi amiga, el telúrico. No pregunten boludeces, por favor. Se pone a charlar conmigo sobre mi vida, mis hijos, etc. De repente me mira fijo y me dice: Pero como, ¿que edad tenes?

-Yo: 38!

-pero ¡qué desayunas, formol, hdp! (él 31).

Llegamos al lugar: cortinas grises y luego tres pistas, una de techno-trans-jungle con ruido de lavarropas, la segunda no se sabe y la tercera cumbia-reggaeton. Más gente que en un subte retiro-constitución un lunes a las ocho. Amontonados como piojos en costura cada cual cuida su vaso como si fuera el Oscar.

Menos mal que Morita del kiosco de Adriana me había apiolado. Me dijo que parecía salida de un convento (estuve guardada doce años por causa de matrimonio) y que ahora es así:

-Que linda que sos, ¿te puedo dar un beso?

-Ah y ahí le doy un bife?

-Noooo no aplica. Y si te dice si querés conocer su casa arranca a caminar para donde te diga.

-Yo: ¿en serio? ¿Tanto cambio todo?

Y así fue punto por punto, como dijo. Yo no dejaba de asombrarme de que nos vayamos sin decir nada a nadie. ¿Dónde quedaron esos códigos de llegamos juntos y nos vamos juntos? Cada uno está suelto ahí, me habían dicho las chicas.

Y fui nomas. La casa estaba limpia y bastante despejada. Y fue telúrico (¿se entiende ahora?) Cuando pasó el temblor que duró unas horas, yo estaba muerta de hambre. El que me trata de convencer de seguir durmiendo (pero noooo, ¿no dijiste dormir????).

Yo sé que soy adorable y tolerante, paciente y adaptable, pero con hambre me vuelvo la más rompepelotas del mundo.

Seguía sin sueño ya que, con hambre, y pisando nubes y viendo manchitas grises encaré para la heladera en búsqueda de sustento. Abro: dos botellas de agua y un sachet de mayonesa. Olvidáte de pan o criollitas o algo así. Bueno, ¿mate? ¡Mateeeee!!!

Se levantó y preparó el mate. Yo observaba en silencio (ver visita al depravado) y el mate estaba perfecto. Espumoso, livianito, con bastante agua y apenas dulce. De repente caigo en la cuenta:

» ¿No tomás, vos? -No, estoy mal del estómago.»

¿Me está cebando para miiiii? ¿Solaaaa?

Yo, derretida. Lástima los códigos de mierda que usan para comunicarse.

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