Crónica del agobio
Una amiga me comentaba de su quía. Se habían visto ponele el martes, y el sábado se iban a cruzar en un evento. Ella pensó en concluir la noche entre los dos, el huyó como laucha por tirante.
– ¿Cómo, si estaba todo bien? Preguntó ella.
-No, es mucho verse dos veces en la semana, le contestó él en un sincericidio. Ajá. Había llegado el famoso agobio.
¿Cómo es? El quía acaba de pasar 24 horas, un decir, con su mina. Escena romántica: Los ojos clavados en la mirada de ella, él esta absorto (acuérdense de que ellos piensan las cosas de a una) entregado de lleno a ese momento. De repente se acuerda que tiene individualidad y necesita aire.
¿Y viste que ellos también tienen la división tripartita?
Pensá que el pobre tipo pasó un tiempo determinado con ella, y no se acordó del futbol ni de los amigos, ni del chupi, ni de la madre, ni nada. Cuando sale del yugo de la maldita, está aterrorizado. Se perdió, no está, no se reconoce a sí mismo, él no es él. Esto por el lado sentimental.
Vuelve a la casa, se encierra en el baño y horrorizado chequea sus cinco miembros (las mujeres tenemos cuatro, ellos cinco). A ver si la bruja malvada que lo tenía cautivo no le rebanó un pedazo de alguno, sobre todo de ESE miembro. Luego de la verificación manual de que todo funciona, se queda tranquilo. Ahí fue la cuestión visceral.
Por el lado mental, viste que ellos parecen querer circunscribirnos. Onda: ella ocupa tanto espacio en mi mente, de acá hasta acá y de aquí hasta aquí. Imagínate cuando se le viene encima una loca como yo que se le desborda por todos lados. Le tirás abajo toda la estructura, je.
Nosotras no nos agobiamos porque pensamos en cincuenta cosas a la vez. Misma escena romántica, ella con la vista en los ojos de él. Por muy abrazadita que esté, además de disfrutar ese momento, ella piensa en que se olvidó de colgar la ropa, las compras, y en veinte cosas más, el regalito del primogénito, lo que le contó la amiga y la dejó preocupada, el aumento de la luz, etc. Todo el tiempo como si se nos fuera entremezclando todo.
A nosotras no nos pasa, eso del agobio, podemos ver a nuestras amigas/familiares etc. todos los días sin sentir saturación. Por ejemplo, yo veo a mi amiga Laura el domingo, nos contamos apuradamente en la vereda diez boludeces. Viene a tomar mate el lunes, y ¿qué le voy a contar?, las misma diez boludeces, obvio. Eso sí ampliadas con detalles e interpretaciones.
¿En esto también somos diferentes? ¿Cómo se resuelve?
Con humor, primero, y comunicación, mucha. Y alguna actividad entre los dos que desarme conflictos. No sé, chinchón, truco, tute cabrero, dados, en fin….