Crónica de las redes
Hace algún tiempo atrás, al quejarme por mi solitaria soltería (¿cuándo solitaria? pero, en fin) una amiga me recomendó las redes de citas.
-Abrite un perfil, me dijo.
-Mmmmm no seeee, contesté,
Yo soy de conocer a alguien con un vaso, mate, cerveza o café de por medio, comiendo unas tortas fritas, bizcochos, fideos, que se yo. Por pantallita, no.
Si me paso de tener conversaciones vía WhatsApp con el amigo de un amigo, dueño de un sex-shop. Eran conversaciones divertidísimas, y como nunca pasó de ahí, ¿computa como relación virtual? El caso es que varias personas me venían con eso. Ya no se da el levante en el boliche, se teclea en Tinder, Bajo, Twoo, Happen y vas poniendo si o no a la foto de los contactos.
Pasa que ahí es a los bifes, viste. Un amigo vuelto de las Uropas se sorprendía cada vez que llegaba a la cuarta o quinta frase de la conversación y que le pedían una foto de sus atributos. Así no más. Es más, otra amiga me decía que muchos ponen la foto de perfil con sus partes. Claro, así perdés menos tiempo todavía, y como en una barata de carnes del Vea o el Carrefour, elegís tu pedazo.
Está bien que me enferma el histeriqueo, pero ¿no se fueron un poco al carajo? ¿Y los sentimientos? ¿No será poner al sexo en una función meramente mecánica? Ya estaba espantada, cuando levantando los brazos al cielo dije ¿Que más pueden inventar?
Hoy me enteré. Abro el diario, y decían lo más in en 2014, el ultimo tratamiento de belleza, el blanqueamiento del upite. Si si, porque con una sesión de láser (casi indolora) de media hora, ¡y por una suma de dinero razonable se puede tener la arandela del tujes más blanca!!! Lo que si hay que repetir la operación cada tanto porque no es permanente…
Dejáte de joder, yo me vuelvo al siglo veinte, cambalache, problemático y febril. estos tiempos no son para mí.