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Crónica con nieve

Resulta que estaba discurriendo con un…susodicho, no importa en este momento el vínculo exacto que hacía que estuviéramos ahí. Ambos sentados sobre una manta sobre el gélido pasto de un parque, recagados de frío mientras pastoreaban las bestias, entiéndase nuestros dulces retoños destrozaban su ropa y las instalaciones del lugar. Salió el tema de mi estadía en nórdicos países y que eso si era frío, la puta madre. «Ah como, me espeta, ¿no es linda la nieve?»

Pero caramba, ¿quién les dijo que el frío es glamoroso? ¿Es sexy? ¿Es apto simplemente para mimarse? Naaaa , imagínense un segundo que cada día con menos cinco grados bajo cero de noviembre a febrero significa 45 cm de nieve en la puerta. Uno se levanta, y arranca el día con la tediosa tarea de vestirse:

Capa uno de ropa: calzón/cillo, medias enterizas (térmicas) son ridículas para ambos sexos, pero no se discuten, camiseta, (térmica). Capa dos, polera de algodón gruesa, pantalón, zapatos tipo Caterpillar. Capa tres, pulóver de lana fino y pulóver de tela polar, polainas, gorro, bufanda, guantes. Capa cuatro, el abrigo, desde los hombros hasta las rodillas mínimo. Ya perdiste media mañana.

Así atrincherado salís a la puerta, y tenés que empezar por salar y mover a palazos los treinta o cuarenta kilos de nieve que te separan de tu auto. Y hay de vos que se haya hecho hielo, porque ahí sí que las estepas níveas, las querés dejar dentro del televisor. Obvio que se te rompe el auto, seguís a pie y no podés caminar sin patinar lastimosamente. Suponé que vivís en una urbe con subterráneo, no es mucho mejor porque pasas de afuera con -5 grados al subte con +35 entonces tenés la opción de tratar de adecuar tu ropa al calor ambiente y empezás a sacarte la capa 4, luego la 3 y para cuando estás a gusto estás prácticamente en bolas, pero como te quedan tres estaciones antes de bajar te ponés medio guardarropas encima a las apuradas y en cualquier orden.

Ojo está bueno para los acomplejados, eso sí, no se te ve más que la cara, divina, pálida, con los labios resecos y amoratados y la gota traicionera en la nariz. Encima, vas vestido medio muñeco Michelin, medio compendio de colores flúo o el look canadiense que tanto mal le hizo a la moda. Olvidáte de la dignidad y la elegancia.

No, imagináte un segundo que vas paseando con tu chico, o chica y a pesar del frío que enfría, jeje, se te ocurrió que sí, un rapidito che, y que haces? Vas al auto, mimo va mimo viene te quiere meter mano. ¿A dónde? ¡Si sos una masa amorfa de tejidos! Encima no sentís una mierda porque con las cuatro capas de ropa que tenés estás como envuelto en papel film, ¿pero suponiendo que la mano llegue al fin y después de atravesar todas las capas roce la piel, que pasa? Y, lo sacás cagando porque obviamente tiene las manos heladas. Y si te tomás el trabajo de desvestirte ya dejó de ser un rapidito, por supuesto…

No hay con que darle, a mi déjenme cerca del ecuador…

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