|

Crónica del hijo adolescente

Una fue madre joven y piensa que terminó con todo ese engorro de la crianza intensiva cuando el primogénito llega a la secu.

Porque claro al nacer, era una cosa bella, un angelito del cielo, el bebé precioso de mamá, y ahora lo ves y decís: ¿cuándo se volvió un engendro del infierno?

Empieza así, baja las escaleras corriendo cual mono aullador, justo cuando estabas recibiendo a la madre ejemplar del colegio, pastora evangélica, ciudadana modelo, presidenta de la sociedad de beneficencia del barrio, y tu varón en un grito:

-Mamá, ¡tengo pelos en los huevos!!!!

Qué suerte que nunca los censuré y los crié libres…

Pasado el estupor y la perplejidad pensás: ¡Albricias! ¡Mi hijo se está volviendo hombre! Ahora hará menos cagadas… Error. Fatal error. Se hace hombre, o sea, si antes tenía 8 neuronas en funcionamiento, ahora, desde que produce esperma, le quedan tres, y atontadas. ¿Dicen que soy mala? No, no se preocupen que Dios castiga.

Imagináte, al pibe frente a la compu, la tele o el celu, con una cara que refleja el vacío mental, agggg. Lo peor es que llega un momento que pone esa cara en todo momento, incluso si no tiene una pantalla adelante.

Franco Escamilla, ¡Viva México cabrones!  decía que al hombre hay que darle órdenes directas y con plazo específico. ¿Qué es eso? Vos le decís a tu hijo varón:

-¡Comprá pan!”

Y a las dos horas la plata sigue en la mesa. No, hay que decirle, “andá YA a comprar pan”. Entonces le decís a tu hijo:

-Andá a comprar al almacén fideos, tomate y queso. El otro, en su burbuja de pedo.

-Ahora! ¡Anda ya!

Y por ahí, si tiene un buen día te dice;

– ¡Si, mamá! se da media vuelta, decidido agarra la llave y pregunta:

– ¿Qué tenía que comprar?

Si le agarró un mal día da un portazo, putea por el camino, refunfuña a la vuelta y revolea el pan sobre la mesa.

Chicas, pídanle pocas cosas, le decís varias y se pierde en la lista. Vos le decís a tu hija de diez años:

-Andá a la verdulería, comprá cuatro tomates maduros, morrón, cebolla y zanahoria, un kilo de manzanas, limones, y ella solita:

-Vas a hacer fideos con tuco y tarta de manzana, ¿no?

Le pedís al varón:

-Traeme un paquete de fideos, un cubo de tomates y un sobre de queso rallado y te mira como si le hubieras dicho la teoría de la relatividad.

– ¿Para qué?

Pero ponele que te emperrás y va, poco convencido, vuelve a los cuatro pasos.

– ¿Qué era?? Bueh, cuando logras que lo que le pedís atraviese su nebulosa láctea mental se va el pibe. Vuelve con los fideos.

-El que no tiene cabeza tiene pies, decís, andá por el resto. (Ya me llegó la edad de hablar con refranes, maldita sea).

Va, vuelve, se olvidó el queso. Va, vuelve, trae yogurt.

En qué momento pasamos de los fideos/tomate/queso rallado a yogurt?????

Como el almacenero conoce el pedo líquido que trae tu hijo y lo gasta de acá a su China natal, no quiere ir a cambiar el queso, entonces te quiere meter el perro:

-Vos dijiste yogurt, ma´.

-A ver chiquito, soy mujer. Venía tu papá con un chamuyo y lo descubría al toque, ¿me vas a querer engrupir a mí, que estudié con Pinocho?

Como es que se dan cuenta, dicen los hombres… ¿¿¿Vos viste un hombre mentir??? ¡Es más evidente!!! Empieza a sudar frío, las pocas neuronas que tiene se pelean entre sí, empieza a revolear los ojos, y encima descoordinado, ni siquiera los dos para el mismo lado, se estruja las manos, se balancea de un pie al otro. Hasta la voz les cambia, no saben disimular.

Finalmente, después de varios viajes y bajo amenaza de chancletazo trae los ingredientes de la cena, y al fin te ponés a cocinar. Suponé que te llama una amiga y te colgás en el teléfono. Le decís a tu hijo:

-Hijo, apagá el fuego y colá los fideos.

– ¡Si mamá!

A los cinco minutos preguntás:

– ¿Ya colaste los fideos?

-Siiii.

-Echales aceite y decile a tu hermana que ponga la mesa.

A los cinco cortás con tu amiga y vas para la cocina. Los fideos están hirviendo a todo lo que da, hechos puré, entonces le decís:

-Neneeeeee, hacés YA lo que te pedí!!!

– ¿Qué era???

Bueno, se apiola y espabila lo suficiente para recordar y se va con la cacerola.

Mirás el afrecho para gallinas que te quedó de cena, y descubrís que encima, ¡te pegoteó la essen[1]que te dejó tu mamá!!! Ya te empieza a subir un instinto infanticida, pero para colmo vas a la pileta y encontrás que la mitad de los fideos los dejó fuera del colador, en los vasos, tazas y demás utensilios que habían quedado de la merienda.

Para ese entonces tenés dos tendencias luchando dentro tuyo:

He creado un monstruo, ¡lo tendría que haber ahogado como a los gatos! Pero la ley no lo permite, y vos pensás, yo creé ese ser…. ¿Humano? ¿No puedo amasijarlo y hacerlo de nuevo? ¿Ah no???

Por otro lado, te agarra la bondad maternal: ¿y este chico tiene que llegar a desenvolverse solo? Ya lo veo a los cuarenta trayéndome los calzones para que se los lave….

Encima vienen esas madres que desinteresadamente te dan su opinión, ¿viste? Esas que son medio constrictor o cobra y te dicen con desdén:

-Tststs, eso porque lo mimaste demasiado…. Y encima agregan, estás ojerosa, estás cansada, ¿no?

-No estoy cansada, soy vieja, cagáte.

Y si, menos mal que tengo dos más para entretenerme, por si se me acaba la diversión con este…

Yo tengo un hijo adolescente. Varón, lo que es peor. Ojo, que el hijo adolescente varón es distinto de la hija adolescente mujer.

Mi nena está ovariuda, llora por todo, se altera fácil, está disconforme con su cuerpo, se mira 25 veces al espejo, se encapricha en ponerse la pollera talle 8 que no le tapa ni la bombacha. me roba mi maquillaje, cremas y demás para salir cual camión de carnaval a comprar el pan.

Opuesto a esto, el varón parece salido de las cavernas, decir que está desprolijo está muy por debajo de la verdad. Pantalones dudosos, pelo duro de grasa, los dientes con restos indefinibles, las uñas roídas, medias asquerosas, zapatillas embarradas hasta cuando hay sol, un compendio de mugre, es. ¿Dónde quedo el nene lindo de mamá? No sé, se extravió entra la primaria y la secu.

Yo, que suelo ser bastante tranquila, me pone de los nervios y saca lo más asesino de mí. Tanta filosofía, psicología, sociología para querer cagarlo a trompadas. Entre Piaget y la chancleta, me quedo con la chancleta.

A esto sumále lo económico. No quiero entrar en detalles, pero el presupuesto que me representa este pibe por las pérdidas de sube/llaves/plata/vasos rotos/demáses es el PBI de un país pequeño. Yo venía fumándome la situación en pipa, hasta que empecé a tener pesadillas. Posta, me despertaba soñando las cagadas que había hecho la luz de mis ojos. Ni dormir tranquila, che.

Llegó al punto que estuve considerando mandarlo de intercambio a Finlandia (y olvidármelo ahí), decirle que tiene que buscar a su hermano cósmico en una tribu de nómades transiberianos, llevarlo a Brasil y perderlo en una canoa bogando por el Amazonas, etc. Hay días en que directamente pensé en donar su cuerpo para la ciencia, dejarlo donde haya caníbales, o disolverlo en ácido onda Breaking Bad (decí que no tengo bañera).

Le consulté a amigos míos, padres de adolescentes, y no me dieron mucha esperanza:

-Recién empieza, después es peor….

Un conocido me tiró una;

-Yo busco todos los días en internet «como dar sus hijos en adopción» Así les queda en el historial y se asustan un poco.

En todas estas estaba cuando el Neanderthal de mi hijo vino del colegio:

-Mamá cuando sea grande voy a estudiar ingeniería, así puedo ganar bien y comprarte un viaje al Caribe.

Mi vida, más bueno, es. Dicen que la maternidad/paternidad es 90% de problemas y 10% de momentos inolvidables que hagan soportable lo anterior. Y sí. Esa noche dormí bien.


[1] Cacerola de hierro fundido esmaltado muy cara en Argentina.

Otros escritos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *